- La emoción de nuestro primer techo tropical
Siempre digo que lo que más me gusta de mi trabajo es la emoción de esas primeras veces de algo. Esas son las que me hacen volver a mis orígenes y sentir que todo esto vale la pena. Que nada es para siempre. Que te puedes equivocar y volver a empezar. Que siempre hay y habrá algo nuevo por hacer.
Dicen que tienes que buscar un trabajo para toda la vida, ir a trabajar sin protestar tus 40-45 años de vida laboral y jubilarte en el mismo sitio en el que empezaste. No se si valdría para eso. De hecho en mi anterior trabajo una de las cosas que más me gustaba era que prácticamente cada año cambiaba de obra, de oficina, de equipo, de clientes y de proveedores. No me veía toda la vida en el mismo sitio. Me hacía feliz saber que aunque en algún sitio no estuviera del todo bien, en poco tiempo tendría otra oportunidad de volver a empezar.
De las cosas que más me gustan de mi vida actual es ese estado efímero de todo, ese no saber qué será de mí el año que viene. No se parece en nada lo que hacía hace tres años cuando abrí la tienda online a lo que hacemos ahora. Bueno miento, siguen igual los bulbos y semillas, aunque ahora con un volumen multiplicado por 100.
Todo ha ido cambiando, cosas nuevas y emocionantes han ido surgiendo, otras las hemos dejado de hacer cuando ya no nos quedaba ni una gota de emoción que ponerle. Hemos ido haciendo y deshaciendo según nos sentíamos felices y cómodos.
Así que te puede pasar que estás haciendo bodas sin parar, incluso puedes llegar a aburrirlas, y de repente te contacta una empresa y te pide tu primer escaparate (Gracias Miin Cosmétics). O que te pidan tu primer techo tropical, que es lo que os venía a contar hoy.
Más o menos a la vez que Miin Cosmétics, nos contactaron desde el estudio de arquitectura “Ge interiorismo” para hacer un techo tropical en un nuevo restaurante del barrio del Poblenou en Barcelona. Este restaurante, de nueva apertura, se llama “La Picantería” y es del grupo Escribà, que tiene otros restaurantes de éxito en la ciudad.
Tras reunirnos con ellos, visitar las obras y estudiar todas las posibilidades disponibles, decidimos que la mejor opción era utilizar planta y flor artificial. Eso sí, de gran calidad. Y cuando digo gran calidad me refiero a que están tan bien hechas que tienes que mirarlas muy de cerca para darte cuenta de que son de mentira. Hay algunas que hasta se hunden cuando las aprietas y tienen un tacto blando.
Nos encargaron montar este techo para la zona de encima de la barra del restaurante. Era nuestra primera vez montando una gran estructura, pero como ya os conté en este post sobre el Festival Flora, no le teníamos ningún miedo.
Volver a estar en una obra, con los trabajadores a nuestro alrededor pintando, acabando de rebozar paredes y pasando cables, como si volviéramos al pasado, a nuestros tiempos de ingenieros. Fue un revival un poco extraño porque en aquellos tiempos nosotros solo pisábamos la obra para ver cómo iban los trabajos pero en esta ocasión éramos nosotros los trabajadores y eran otros los que venían a revisar nuestro trabajo.
Como siempre, nuestro encargado de estructuras (acá mi marido, bautizado también por las alumnas de la Escuelita como «Mc Guiver») se volvió a superar. Aunque lo normal habría sido montar la estructura y hacer el montaje ya en su ubicación final, él se las ingenió para mantener la estructura a nuestra altura. Pudimos realizar todo el montaje cómodamente de pie, sin siquiera subirnos a una escalera. Cuando ya estaba todo a nuestro gusto, con el sistema que ideó, él solito colocó la estructura en su sitio, encajándola dentro del falso techo, sin tener que cargar con el peso y sin siquiera despeinarse. Y estamos hablando de una estructura de una sola pieza de más de 7 m2.
Son las ventajas de contar con un ingeniero de caminos en el equipo (en realidad dos, pero yo no cuento porque no soy tan manitas). Aunque las medidas de la estructura eran ajustadísimas, encajó como un guante en su hueco. Todo el proceso parecía tan fácil que visto desde fuera, cualquiera diría que lo podría haber hecho mi hija Emma de 5 años ella solita.
Trabajar con tu marido no siempre es fácil, pero nosotros llevamos ventaja porque hemos trabajado juntos casi toda nuestra vida laboral, y antes de eso compartimos varios años de universidad. Compartiendo casa, hijas, amigos, trabajo, y después de tantos años juntos (que van 14 ya…), es difícil que haya algo nuevo del otro que nos pueda sorprender. Sin embargo mi marido siempre se saca algo de la manga y consigue dejarme alucinada, esta vez con sus inventos y su destreza para acabar haciendo de algo complicadísimo algo sencillo.
Espero que os haya gustado nuestro primer techo vegetal. Os dejo con algunas imágenes de la decoración diseñada por Ge Interiorismo, que a mí personalmente me ha encantado. ¿Qué me decís de ese baño con paredes retro?
Volvemos el próximo día para enseñaros más trabajos alucinantes de los que hemos hecho este año.
Gracias por leerme siempre.
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0 respuestas
Buenos dias,
Me llamo Francesco y soy un estudiante de arquitectura, estaba buscando referencia para un falso techo con plantas colgantes y acabo de ver vuestro proyecto de «techo tropical en la picanteria». Es justo lo que tenia pensado!
Creo de haber entendido que esta vegetacion se engancha a una estructura que a su vez se engancha a los montantes del falso techo.
Me gusrtaria saber que tipo de estructura habeis utilizado para colgar las plantas y como habeis enganchado la misma al falso techo.
Cualquier ayuda seria muy agradecida!
Lo siento por mis eventuales falta de espanol
Saludos desde Italia
Francesco.
Hola Francesco, las flores las fijamos a una estructura de madera, pero podía ser de cualquier otro material. La clave es que sea rígida pero no pese demasiado. También consideramos hacerla con tuberías de plástico. Esta estructura de madera no va fijada al falso techo, no aguantaría el peso. Va fijada a unas vigas de hierro que habían ocultas por el falso techo.