Sabéis que adoro a todos nuestros novios, pero, y ya me perdonará el resto, tengo especial predilección por aquellos novios que conectan al 100% con nuestra filosofía de vida. Con aquellos que vienen a nosotros porque cultivamos nuestras propias flores de manera respetuosa con el medio ambiente y que quieren exactamente lo que tengamos en el campo en el momento de su boda.
Por supuesto que nos gustan todas las bodas, pero tener la libertad de poder usar las flores que con tanto cariño cultivamos, hace que todo el esfuerzo cobre sentido. Hace que sintamos que nuestro trabajo se valora. Es un lujo poder enseñar a mis novios como está la granja de flores unos días antes de la boda y que puedan ver las flores que cortaré para ellos.
Con Rosa y Louis conectamos desde el primer momento a pesar de que solo nos vimos en persona unos días antes de la boda. Todas las reuniones las hicimos vía Skype.
Ellos buscaban una decoración muy natural, que les recordara a la casa de verano de la abuela de Rosa, que siempre tiene flores recién cortadas decorando todos los rincones.
Les encantó nuestra historia de la granja de flores. Nos pidieron que utilizáramos lo que la tierra nos diera aquella semana y eso siempre es fabuloso. La tierra es sabia y cuando la respetamos y seguimos sus ritmos, sin presionarla, nos da siempre lo más bonito.
Los centros de mesa
Los más de 100 centros de mesa que hicimos llevaban dalias y cosmos recién cortadas. Le añadimos menta para aromatizar, que además en julio estaba llena de flores. Añadimos también campanulas, tanacetum, rosas spray, delphinium, verónica y rosas inglesas.
Los recipientes que utilizamos eran una combinación de jarrones en cristal tallado y jarrones más discretos de cristal transparente, para dar el máximo protagonismo a las flores.
Las mesas alargadas estaban colocadas en filas, y encima de ellas, una gran guirnalda de luces fue lo que nos transportó a una noche de verano. La guirnalda fue lo que transformó una boda de verano en una boda tipo verbena.
El sitting plan
El sitting plan lo hicimos pensando en alguien que acaba de volver de cortar flores en el campo. En una antigua mesa de madera pusimos un ramo recién cortado y atado con una cuerda, ramos colgando de la ventana como si los estuviéramos dejando secar, un cesto de mimbre con flores, un sombrero de paja y unas tijeras de jardinería vintage de la madre del novio. Los nombres de las mesas iban pegados en botellas de cristal tallado y alrededor de ellas había pétalos de colores.
Para las mesitas del aperitivo y los buffetes utilizamos tarritos de diferentes tamaños con las mismas flores recién cortadas.
La ceremonia fue un nuevo reto para nosotros, porque los novios querían enmarcar el espacio de alguna manera pero no les encajaba el concepto de arco. Inventamos unas decoraciones triangulares con nuestras dalias XXL, como siempre sin usar nada de esponja floral.
Un ramo de novia de verano
El ramo de novia lo pensamos después de analizar todas las fotos de inspiración que me mandó Rosa. Vi que todas eran de ramos muy silvestres y con mucho color. Hice un ramo a una cara con las mismas flores que usamos para la decoración, muy libre y con un largo lazo de seda natural teñido a mano de Warm and Wild.
La mayoría de las fotos son de las geniales Días de Vino y Rosas, que me pillaron aquí in fraganti colgando flores.
Los novios estaban (y son) guapísimos y felices. Desde aquí les agradezco enormemente haber confiado en nosotros y habernos hecho formar parte de un día tan bonito. No hace mucho Louis me encargó un ramo sorpresa para Rosa y me alegré mucho de volver a saber de ellos y de ver que siguen tan enamorados y felices como el día de su boda.
Y hasta aquí la crónica de esta boda tipo verbena en Masía Egara. Espero que os haya gustado y nos vemos pronto para enseñaros otra boda más primaveral.
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