Somos lo que comemos 😬

Buenas tardes,

Vuelvo una semana más por aquí. Ya solo nos quedan otras tres semanas más de invierno y esto termina. 

Esta semana he pensado mucho en la idea de que somos lo que comemos, porque es algo literal. Lo que comemos se «deshace» en nuestro estómago para absorberse en nuestro intestino y pasar a la sangre. De ahí se reparte por todo nuestro cuerpo y en algún momento, esas partículas diminutas se convierten en alguna parte de nuestro cuerpo que nos acompañará mucho tiempo: grasa, pelo, uñas o piel. Pido perdón desde ya si cometo alguna imprecisión científica, porque no es mi intención dar una clase de biología molecular, solo cuento como entiendo yo eso de que somos lo que comemos.

Me impresionan mucho unas imágenes de algunos alimentos vistos con microscopio que sacó Carlos Ríos en su instagram hace unas semanas. Ver un Frankfurt o una patata frita con tanto detalle es bastante asqueroso, con toda esa grasa ahí brillando. Luego piensas que todo eso formará parte de tu cuerpo y que esas células se fusionaran con las tuyas. A mí me ha hecho pensar mucho.

De la misma manera que físicamente somos lo que comemos, en otro plano, en el espiritual o mental, también somos lo que consumimos. Dicen que somos la suma de las 5 personas con las que pasamos más tiempo, pero yo añado que también somos lo que leemos, somos un poco como las personas a las que seguimos en Redes Sociales, lo que vemos en televisión, lo que buscamos navegando en nuestro móvil… Toda esa información que nos bombardea en nuestro día a día nos moldea y nos hace ser quien somos.

Y también me impresiona mucho esta idea. 

Así que de la misma manera en la que debemos cuidar lo que comemos porque después formará parte de nosotros, también tenemos que ser más selectivos con las personas con las que nos rodeamos, con la información que consumimos, con los libros que leemos, con los mensajes que nos lanzan las personas que seguimos.

Es muy fácil decirlo, pero en la vida real es difícil cambiar a las 5 personas con las que más tiempo pasas. No siempre puedes elegir. Recuerdo especialmente a un compañero de trabajo, al que definitivamente nunca habría elegido como amigo y sin embargo me tocó pasar 10 o 12 horas al día con él durante 11 meses. Y acabé muy amargada. Si me encontrara ahora en esa misma situación, no habría esperado 11 meses y habría pedido el cambio la primera semana. En aquella época, con 25 o 26 años me aguanté. Tampoco sabía el efecto tan nocivo que podía tener una sola persona en tu vida.

Pero el resto de inputs que recibimos sí somos más o menos libres de elegirlos o rechazarlos, aunque no siempre es fácil o no siempre nos damos cuenta.

Por ejemplo con el telediario. Es la mayor fuente de energía negativa que podemos recibir y sin embargo todo el mundo lo ve sin ser consciente del efecto que tiene en nosotros. Yo elegí hace muchos años no verlo, porque me hacía sentir muy mal ver todas las desgracias que ocurren en el mundo, las injusticias, las críticas. Empatizo mucho siempre con todo el mundo, incluso llegaba a empatizar con el que supuestamente era el malo de la noticia. Fuera como fuera lo pasaba mal. Terminaba de muy mal humor, con mal cuerpo y no sabía porque era, hasta que me di cuenta y dejé de verlo.

No es que viva al margen de lo que pasa en el mundo, pero cuando me apetece, entro en algún periódico digital, y yo decido qué quiero leer o sobre qué quiero profundizar. Ojeo los titulares por encima y solo si alguna noticia me puede aportar algo, o es completamente necesario que obtenga más información, entonces entro y leo la noticia completa, pero soy yo quien decide qué información (buena o mala) entra en mi cabeza, no dejo que otros decidan por mí.

No siempre nos damos cuenta del efecto sutil que todo el contenido que introducimos en nuestra cabeza tiene sobre nuestro estado de ánimo, por eso hoy quería reflexionar sobre ello y dejar por escrito el compromiso de ser más cuidadosa. Porque aunque no vea el telediario, si veo Instagram y aunque creas que sí, ahí tampoco eliges qué contenido quieres ver, solo le das pinceladas al algoritmo para que te enseñe lo que te puede gustar.

Normalmente me salen recetas de cocina, personas ordenando sus casas, videos de casas bonitas, videos de flores, etc. Todo relajante, zen y bonito. 

En cambio, si entro en el instagram de Rubén, es que parece otra aplicación… todo oscuro o con colores chillones, motos, futbol o videos de gente que se cae y se da golpes. Me pongo de mal humor desde el minuto 1. Tendré que entrenar al algoritmo del instagram de Rubén a ver si le enseña cosas más bonitas y relajantes… 

Y esta es mi reflexión de esta semana. Me gustaría haberte hecho pensar en lo que te rodea, en lo que forma parte de tu vida, y si no te gusta, siempre puedes dar un pequeño paso para cambiarlo, aunque sea educando al algoritmo de tu instagram.

Y con esto llegamos al final del email de hoy. Te espero nuevamente el próximo domingo. 

Que tengas una feliz semana.

Un abrazo,

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