Semana 12 de 13. Que alguien me devuelva mi cerebro pre internet.

¡Buenas noches!

Hoy os escribo literalmente con los últimos rayos de sol del día encima, porque tienen la inclinación justa para darme de lleno en la cara. Estreno nueva vela y nueva Banda Sonora menos deprimente. Aquí ando con uno de los últimos emails de este invierno, de hecho el penúltimo, porque la semana que viene, será domingo 20 de marzo y si señores, oficialmente empieza nuestra ansiada primavera.

Ya han salido los primeros narcisos en nuestro jardín. También una fresia y varias anémonas y ranúnculos se han unido a la fiesta, junto a los jacintos que ya hacía días que nos honraban con su presencia. Parece mentira como 4 flores lo pueden cambiar todo. Ahora el acontecimiento del día es salir cada mañana al jardín a ver qué flor nueva ha aparecido y cada tarde después de comer a ver cómo ha ido evolucionando durante el día. 

Esta semana repito una reflexión que hago todos los años desde que empecé a escribir estos emails de domingo, allá en 2019. Siempre reservo una semana para hablar de nuestro querido/odiado teléfono móvil. Y me he dado cuenta de que cada año lo hago más tarde. En 2019 fue en la semana 6, en 2020 en la semana 7 y en 2021 en la semana 17 (porque por entonces las reflexiones eran de 18 semanas, no de 13…). Este año un poco más y se acaba el invierno sin haber reflexionado sobre ello, pero no quería terminar estos emails sin dedicarle un día.

Creía que mi relación con el teléfono había ido cambiando con los años, pero hoy he estado releyendo los emails de detox digital que escribí años anteriores y me doy cuenta de que no ha cambiado demasiado. Cada año os contaba lo mismo sobre mi enganche al movil, me proponía lo mismo (dejar de estar tan enganchada) y al año siguiente estaba exactamente en el mismo punto. La única diferencia fue en 2020 cuando empecé a delegar la atención al cliente en Rocío y al menos dejé de estar tan pendiente del email, pero eso no quitó que estuviera enganchada igual al móvil.

Este año sí siento que algo ha cambiado y que algo va a cambiar más en los próximos meses. Ya se que todos los años digo lo mismo, pero este año es diferente porque he encontrado un libro (y hay varios sobre el tema), que habla de las adicciones al móvil, a internet, a los juegos… Lo estoy devorando y es un tema muy interesante que me está aportando una perspectiva diferente y unas herramientas para lidiar con ello que hasta ahora desconocía.

El libro se llama: «Irresistible, quien nos ha convertido en yonquis tecnológicos», de Adam Alter

Antes de topar con este libro, me empecé «Superficiales, ¿qué está haciendo internet con nuestras mentes?», de Nicholas Carr. Lo dejé a medias porque hay una parte demasiado extensa sobre los orígenes de internet, sus creadores y toda aquella época dorada de Silicon Valley, que se me hizo muy pesada. Pero antes de dejarlo saqué un aprendizaje muy interesante sobre el funcionamiento de nuestro cerebro. 

Cuando estamos trabajando, hay momentos en los que funcionamos en modo piloto automático, que nuestro cerebro no necesita profundizar demasiado en lo que estás haciendo y funciona prácticamente solo. En mi caso es cuando estoy gestionando pedidos, organizando los pedidos a mis proveedores para la semana, respondiendo dudas mecánicas (solemos recibir las mismas dudas varias veces al día), cuando escribo dedicatorias,… Son tareas que no me cuestan, las hago en modo automático y me siento bien cuando las he terminado. Para realizarlas solo necesitamos la capa superficial de nuestro cerebro, no hay que profundizar.

Pero hay una serie de tareas que requieren un poco más de concentración, como responder ciertos emails, preparar presupuestos o propuestas personalizadas para empresas, buscar nuevos productos, tomar decisiones sobre colaboraciones, diseños, aromas… Todo lo que me requiera más de 5 segundos de concentración, ya no lo puedo hacer en modo piloto automático. Requiere un pensamiento más profundo, ya no sirve con el superficial. Y ahí viene el problema.

De unos años a esta parte he ido perdiendo capacidad de concentración y de pensamiento profundo, y tras leer este libro me doy cuenta de que todo es culpa de estar tan pendiente del móvil.

Para entrar en el estado de pensamiento más profundo, necesitas concentración, y si estás conectado constantemente, comprobando nuevos mensajes o actualizando instagram, pierdes esa concentración.

De «Irresistible» saqué un dato que me dejó de hielo. Cada vez que interrumpes lo que estás haciendo porque te ha llegado un email o por comprobar un segundo instagram, tardas 25 minutos en volver a concentrarte. 25 minutos… Si compruebas el móvil cada 30 minutos (que a veces es cada menos), en realidad solo estás concentrado 10 minutos cada hora, y eso hace que tu productividad baje a niveles mínimos.

Y no solo son las interrupciones, es que tu cerebro necesita estar constantemente comprobando el móvil, no sea que en los 5 minutos que han pasado desde la última vez que lo miraste te haya llegado el email que cambiará tu vida o el mensaje de que te vienen a buscar en limusina para conocer a la Reina de Inglaterra.

Sin darme cuenta, durante años he estado maltratando mi cerebro y le he estado quitando la capacidad de concentración. Y me doy cuenta ahora, que parece que la pandemia ha terminado y todo se está reactivando. Estos años de pandemia mi trabajo era prácticamente 100% la tienda online, con lo que con el pensamiento superficial he ido tirando sin problemas. Podía gestionar pedidos y estar pendiente de las incidencias en el móvil a la vez. Ahora que todo se reactiva, tenemos muchas más peticiones de presupuesto y trabajos para empresas que requieren algo más de esfuerzo, porque cada trabajo es diferente y no hay un procedimiento estándar que seguir en modo piloto automático. Y ahora me doy cuenta de que me cuesta la vida sentarme a hacer este tipo de trabajo y que me lleva muchísimo tiempo preparar cada una de las propuestas. 

Y me preocupa y me genera mucha ansiedad que se me haga una montaña algo que antes hacía con los ojos cerrados, porque se me acumulan las filas sin tachar en mi lista de cosas que hacer. Las tareas que dan más pereza las dejo para las últimas. Y oh, sorpresa, todas las que se quedan últimas suelen ser las que requieren más concentración.

Tras leer que lo que me ocurre es normal y tiene como único culpable el uso del móvil me he quedado más tranquila y estoy poniendo medios para evitarlo y recuperar mi cerebro pre-internet y pre-pandemia.

En «Irresistible» también estoy aprendiendo cómo funcionan las adicciones. Aunque la adicción al móvil no es tan peligrosa para nuestro cuerpo como la adicción a sustancias químicas, tabaco o alcohol, sí es una adicción que puede afectar a cualquier persona. Parece que las adicciones sean cosa de personas débiles, de adolescentes que no quieren salir de su cuarto o de personas en situaciones de drama o de vulnerabilidad. Y nada más lejos de la realidad. Ahora mismo os podría hablar de casos cercanos de personas exitosas, con grandes puestos de responsabilidad o con empresas que facturan millones de € y enganchadas al Candy Crush.

Porque la adicción al móvil no está mal vista como la adicción a las drogas, al alcohol o al juego. Parece que no pueda hacernos daño un aparato que todos tenemos a nuestro alcance y que incluso damos a nuestros hijos desde que son pequeños. Pero ya existen clínicas especializadas en tratar la adicción al móvil, a las redes sociales y a los juegos. No es una broma y si es tan grave qu
izás los teléfonos deberían venir con una advertencia bien grande sobre su uso adictivo, tal y como lo hace el tabaco.

Solo en España hay 7,6 millones de personas que se declaran adictos al móvil (y poco me parece, creo que se dejaron a muchos sin preguntar). El 61% de los encuestados lo primero y lo último que hace al día es consultar el móvil.

Este año reflexiono con un poco más de conocimiento de causa después de leer este libro y reconozco que bastante más preocupada. Pero como siempre, la información es poder, así que te animo a informarte, a leer sobre el tema y a buscar ayuda si en algún momento sientes que por culpa del móvil estás dejando de hacer alguna cosa, estás perdiendo capacidad de concentración o tus relaciones se están viendo resentidas de alguna manera.

Esta semana he estado visitando Narbonne, de la mano de Renfe-SCNF. Aquí puedes ver uno de los parterres que llenan la ciudad de flores. Me encanta como mezclan flores bajas típicas de parterres con otras más altas como los papaver y los anthirrinum, todo un descubrimiento para mí esta combinación y creo que en alguna parte la voy a utilizar. 

A solo dos horas de Barcelona en AVE puedes pasar un día en otro país, dar un paseo por la ciudad y conocer el clásico «Les grandes buffets», un restaurante espectacular. En instagram os enseñé esta experiencia, y reconozco que me costó un poco porque había partes del día que poco tenían que ver con flores, pero no te preocupes que ahora no me voy a convertir en influencer de viajes. Esta «excursión» era en realidad una reunión de trabajo para otro evento que tendrá lugar en el mes de mayo y me vino muy bien para hacerme a la idea de como será todo. 

Me olvidé de contarte la semana pasada que ya puedes escuchar la entrevista que me hicieron en Podcast Floral, te dejo aquí el enlace. Vienen con metida de gamba incluida, que hay ciertas palabras que no se pueden decir en México y a mí se me escapan sin querer… Perdón a todos los mexicanos.

El otro día te contaba que con la primavera llegaría un nuevo producto en el que estábamos trabajando, pero ya te puedo decir que no va a llegar a tiempo, y que por ahora lo posponemos hasta nueva fecha. Cuando las cosas no tienen que ser es que no es su momento, pero no importa, porque seguro que otras cosas buenas vendrán.

Seguimos enviando rosales y dalias para sembrar, que ahora es el mejor momento para hacerlo. Esta semana te quiero recomendar los rosales tipo peonía. Son rosales que dan flores en forma de bolita, que cuando están cerradas recuerdan a las peonías. Cuando abren ya tienen la forma normal de rosa inglesa, con su rosetón interior.

Si aun no has plantado rosales o te queda algún hueco, ahora es el mejor momento antes de que empiecen a brotar del todo. Estos son los rosales en forma de peonía:

Seguimos con nuestros ramos estrella de la temporada, los ranúnculos. Este año hemos añadido los ranúnculos pompom, que son una maravilla. El doble de grandes que el resto y con unos degradados bicolor alucinantes. No te los pierdas.

Y seguimos también con los tulipanes dobles, que como estamos en plena temporada, hemos conseguido mejores precios y podemos hacer una rebaja estos días. No sabemos lo que durarán a este precio así que si pensabas pedirlos, aprovecha.

Y con esto terminamos la reflexión de la semana 12 de invierno.

Un abrazo y te espero por aquí el próximo domingo para dar la bienvenida a la Primavera. 

¡Feliz última semana de invierno! 

P.D.: Si te has perdido mis reflexiones de otoño, te las dejo todas aquí:

Semana 1 de 13: 13 reflexiones de otoño
Semana 2 de 13: No todo es tan malo en otoño
Semana 3 de 13: Leaf pepping
Semana 4 de 13: Los estudios dicen que…
Semana 5 de 13: Nunca estás más acompañado que cuando estás solo
– Semana 6 de 13: La mitad del otoño
– Semana 7 de 13: Cuando lleguemos a ese río, cruzaremos ese puente
– Semana 8 de 13: Vibrar con lo que haces
– Semana 9 de 13: Los 10 minutos más largos de mi vida
– Semana 10 de 13: Listas ambiciosas.
– Semana 11 de 13: Por encima de tí y de mí
– Semana 12 de 13: Un rosal David Austin en Brooklyn 
– Semana 13 de 13: Adiós a una semana «horribilis»

Y las de invierno:

– Semana 1 de 13: Que la primavera nos pille con flores
– Semana 2 de 13: Ya no iremos a la luna
– Semana 3 de 13: El invierno es un estado de ánimo
– Semana 4 de 13: La foto perfecta de instagram.
Semana 5 de 13: No todo son “flors i violes”
– Semana 6 de 13: En una olla con agua hirviendo

– Semana 7 de 13: Una de princesas rebeldes
– Semana 8 de 13: El amor no pasará jamás
– Semana 9 de 13: Ante la pereza, diligencia.
– Semana 10 de 13: Que me quede como estoy
– Semana 11 de 13: La normalidad está infravalorada

 

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