Buenas noches un domingo más,
Hoy os escribo escuchando en bucle esta nueva canción de Eddie Vedder que me tiene loca.
Esta semana llegamos a la semana 9 y cada día que pasa veo más cerca el invierno. Y después viene el invierno, que entre las Navidades, un par de viajes a la nieve y mi cumpleaños, se me va a pasar volando. Y en nada estamos ya otra vez en primavera. Hace 4 días me parecía que faltaba una eternidad hasta que llegaran las flores de nuevo y se me hacía una montaña, y ahora me parece ya un camino de rosas,
Y es que la sensación del paso del tiempo es siempre muy relativa, porque el tiempo siempre es el mismo, 60 segundos un minuto, 60 minutos una hora, 24 horas un día y 365 días un año. Sin embargo hay años en mi vida que me pasaron volando, sin nada relevante que contar, y otros que han sido tan intensos que parece que hayan durado una eternidad.
El tiempo no siempre es el mismo y todo depende de con quien lo pases y qué estés haciendo. No es lo mismo tener que esperar 5 horas a un avión que se ha retrasado, en un aeropuerto secundario, que pasar 5 horas en una comida con amigos. En la primera situación miras el reloj dos veces cada minuto y te parece que los minutos no corren. En la segunda no quieres que corran y de repente se te ha hecho de noche, miras el reloj y te das cuenta de que llevas 5 horas de charlas y risas.
Algo así me ocurrió el día de mi boda, de camino a la iglesia. Mi padre y yo sentados en la parte de atrás del coche y mi hermano pequeño conduciendo. Un sábado a las 16.30 de la tarde no encontramos a nadie por el camino y llegamos 10 minutos antes de la hora a la iglesia, a las 16.50h. Tampoco teníamos que buscar sitio porque podíamos aparcar en la puerta, ¡que yo era la novia! Cuando nos íbamos acercando nos encontrábamos con grupos de invitados que iban hacia allí y para que no me vieran, mi hermano decidió dar una vuelta por el pueblo hasta que se hicieran las 17 en punto. Y fueron los 10 minutos más largos de mi vida. Parecía que no pasaba el tiempo. Yo miraba el reloj del coche y iba viendo las 16.51, las 16.52, las 16.53, las 16,54, las 16.55,…
Me acuerdo que mi padre dijo: «10 minutos puede parecer poco tiempo, pero en un partido de basquet, 10 minutos son eternos». No hacía falta que me recordara el día de mi boda que no tuve fines de semana durante mi infancia porque los pasé recorriendo Catalunya viendo TODOS los partidos de basquet de mis 4 hermanos. Pero tenía razón, recuerdo perfectamente aquellos 10 minutos que faltaban para que terminara un partido y nos pudiéramos ir de aquellos pabellones gélidos y ruidosos que te dejaban el culo congelado. 10 minutos que no terminaban nunca, que se hacían eternos contando los segundos.
…las 16.56, las 16.57, las 16.58, las 16.59 y de repente me bajé del coche, una horda de sobrinos vino corriendo como un huracán a abrazarme y a darme besos y de repente todo pasó tan rápido que lo siguiente que recuerdo fue salir del hotel al día siguiente y volver a casa en ese mismo coche y mirando ese mismo reloj en el que había visto pasar los 10 minutos más largos de mi vida.
El valor del tiempo no lo marca el temporizador, lo marca lo que hacemos con él. El tiempo siempre dura lo mismo. Cuántos packs de 10 minutos perdemos en nuestra vida esperando a que pase el tiempo, a que llegue lo siguiente que toca. Cuantas veces lo perdemos sin saber exactamente dónde ni en qué lo hemos gastado…
Desde que empezó el curso este septiembre, por las mañanas nos turnamos con nuestros vecinos para llevar a los niños al colegio. Las conversaciones con ellos el día que me toca a mí llevarlos son oro y me darían para varias reflexiones semanales. El otro día les contaba que me había despertado más pronto que ningún día pensando que me daría tiempo a hacer muchas cosas, pero que me había puesto a mirar cosas en el móvil y al final casi llegamos tarde porque me levanté de la cama más tarde que nunca. Les dije que estaba harta del móvil, que era un ladrón del tiempo. Y Arnau, mi vecino de 8 años, me dijo que la solución era muy fácil, que cogiéramos todos los móviles, no pusiéramos una media en la cabeza, les apuntáramos con una pistola y les obligáramos a devolvernos nuestro tiempo.
Ojalá fuera tan fácil, y es que el tiempo que ya ha pasado nunca volverá, no nos lo devolverá nadie, ni a punta de pistola. La vida no es como en El Corte Inglés, que «si no queda satisfecho, le devolvemos su dinero». Nadie nos devuelve el tiempo que se fue. Somos nosotros los responsables de utilizarlo y de sacarle provecho.
Y tampoco digo que tengamos que estar las 24 horas del día haciendo algo útil, sería agotador intentar pasar cada minuto de nuestra vida siendo consciente del paso del tiempo, leyendo a Proust y tratando de hacer cosas útiles y con significado. También necesitamos ratos de desconexión y descanso, y el móvil es perfecto para eso.
El problema viene cuando pasamos más tiempo de desconexión que de conexión.
Mi propósito después de esta reflexión es gestionar mejor el tiempo de desconexión, o al menos ser consciente de él y de donde lo empleo. Y no me sirven las estadísticas de uso del teléfono, porque durante muchas horas al día estoy trabajando con el teléfono, editando videos o respondiendo mensajes en instagram o whatsapp, y eso os aseguro que no es para nada desconexión. Quizás debería buscar otras maneras de desconectar que supongan desconectar también del teléfono y conectar más con los que me rodean.
Mi reflexión de esta semana es también un propósito, así que si te apetece aplicarlo también y contarme cómo gestionas tu tiempo de desconexión, me encantará leerte, como siempre.
Esta semana ha sido intensa en la tienda. Hemos lanzado la nueva colección de Navidad, con nuestras coronas inspiradas en una Navidad más natural y a las que hemos bautizado con nombres de parques que nos gustan.
En la colección de Navidad puedes encontrar también los ramos de verdes Navideños, en tonos rojos o blancos, el ramo de algodón natural o el de Eucalipto cinerea, todos ideales para rellenar tu árbol de Navidad y darle un toque y un aroma más natural.
Esta semana también hemos conseguido un Alimento para rosales que no tiene nada que envidiarle al de David Austin que han dejado de enviarnos desde el Brexit. Es también ecológico y natural y te asegura floraciones super abundantes. Llevabais tiempo pidiéndome que os recomendara un alimento para rosales y no os podía recomendar ninguno porque no encontraba nada que fuera ecológico y respetuoso, hasta el otro día.
Lo malo es que solo ponerlo a la venta se agotó el primer pedido que había hecho de prueba, pero no te preocupes que viene más en camino, este ya no lo dejo escapar. Puedes apuntar tu email para que te avisemos cuando nos lleguen más. Y si tienes un pedido pendiente de recibir, puedes juntarlo para que no te cobremos dos gastos de envío, con el código «ampliarpedido» y poniendo en comentarios el número de tu pedido anterior.
Esta próxima semana está previsto que nos lleguen las peonías y algunos rosales Meilland. Aun nos faltarán por llegar los Austin, los Line Renaud de Meilland y los Tantau, que no tienen fecha aun pero esperamos que no tarden mucho más. Si tienes algún pedido pendiente con peonías o Meilland (excepto el Line Renaud) esta semana empezaremos a enviar y vamos por órden de pedido. Tenemos como 400 pedidos en espera, así que paciencia, los iremos sacando todo lo rápido que podamos. Si quieres que esperemos a que nos llegue el alimento para rosales, escríbenos y ponemos tu pedido en espera.
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Y aquí terminamos la reflexión y novedades de la semana 9.
Gracias por leerme y acompañarme de nuevo esta noche de domingo.
Te deseo una feliz semana y nos vemos en 7 días de nuevo.
Un abrazo,
P.D.: Si te has perdido mis reflexiones anteriores, te las dejo todas aquí:
– Semana 1 de 13: 13 reflexiones de otoño
– Semana 2 de 13: No todo es tan malo en otoño
– Semana 3 de 13: Leaf pepping
– Semana 4 de 13: Los estudios dicen que…
– Semana 5 de 13: Nunca estás más acompañado que cuando estás solo
– Semana 6 de 18: La mitad del otoño
– Semana 7 de 18: Cuando lleguemos a ese río, cruzaremos ese puente
– Semana 8 de 18: Vibrar con lo que haces