Semana 6 de 13.

Hola,

Te escribo casi desde el meridiano del otoño. Estamos ya en la sexta semana (de 13), lo que significa que el próximo miércoles estaremos justo en la mitad de esta estación que estoy aprendiendo a querer.

Hoy además es un día de inflexión porque cambian la hora y por las tardes tendremos una hora menos de luz. Hoy empieza lo peor (para mí), pero la actitud de este año con estas reflexiones ya sabéis que es 100% positiva y no me voy a dejar llevar por los monstruos, aunque estemos en Halloween. Veamos el lado positivo.

Me gusta la luz en otoño, me gusta como entra en mi comedor. Al estar el sol más bajo y tener menos intensidad, llega hasta el fondo del comedor. El aire y las ramas de los árboles forman unos juegos de sombras preciosos con los cuarterones del ventanal. Por estas fechas siempre cambiamos la distribución del comedor, muevo los sofás para poder sentarme más cerca del ventanal y tener más luz cuando leo o trabajo. Esto en verano sería impensable…

Esta semana he reflexionado sobre cómo el hombre ha evolucionado para vivir en ciudades. Ahora vivimos de una manera más cómoda que cuando nuestros antepasados lo hacían en el campo, pero a la vez por el camino hemos desconectado de los ciclos naturales de la tierra. Ahora prácticamente podemos vivir de espaldas a la naturaleza. Con luces y calefacción podemos simular dentro de casa que estamos en verano y pasearnos con camiseta de tirantes mientras fuera nieva. Con la filosofía de vida actual, alejada de la naturaleza, se pretende que todo sea igual siempre, que puedas comer tomates tanto en otoño como en primavera y que puedas esquiar incluso en sitios tan calurosos como Dubai.

Si en nuestro exterior todo es siempre es lo mismo, nuestro cuerpo y nuestra mente no es consciente de en qué momento del ciclo estamos, de los cambios que se producen en la naturaleza. Y que nuestras vidas son cíclicas lo tengo claro, de hecho  es uno de los motivos por los que nuestro logo está formado por peonías formando un círculo.

Formamos parte de ese círculo, de esos ciclos vitales de la naturaleza, aunque nuestra forma de vida moderna nos permita vivir completamente aislados y al margen de esos ciclos. Quizás ese malestar que yo siento todos los años con la llegada del otoño se deba a mi negación de esos ciclos, a la no aceptación de un momento que inevitablemente tenemos que vivir.

Escribiendo estas palabras me doy cuenta de que este malestar se incrementó a mi vuelta de Panamá. Quizás se debe a que me perdí 3 otoños viviendo en un verano perpetuo, a lo mejor entonces mi cuerpo olvidó los ciclos naturales de la Tierra. Quizás solo necesite volver a aprender a conectar con estos ciclos.


Dentro de todo ciclo hay un principio y un final. Nacimiento y muerte. Y el otoño es tiempo de muerte. Muchas plantas mueren o se quedan en estado de hibernación. Este parón es necesario para que la tierra quede libre y renueve sus nutrientes. Así en primavera podrá dar vida a nuevas plantas y flores. Así que en otoño “celebramos” la muerte pero también que esta muerte hará posible que todo renazca en primavera. Sin una cosa no existiría la otra.


No es casualidad que justo en otoño haya tantas fiestas populares cuyo eje central es la muerte: la fiesta de Todos los Santos en países cristianos, el Día de los muertos en México o Guatemala, la Castanyada en Catalunya, el Magosto en Galicia, el Samhain en la cultura celta o el Halloween de los americanos (que es una mezcla del Samhain y el día de todos los Santos). 

Tampoco es casualidad que todas estas fiestas coincidan justo en la mitad del otoño. Todas estas celebraciones tienen en común que en sus orígenes están relacionados con la muerte y el renacimiento. Y el otoño es la muerte y el posterior renacimiento de la vida natural.

No es de extrañar entonces, que si el otoño es la estación de la muerte, estemos tristes y melacólicos en esta época. 

Este año estoy tratando de conectar con esta fuerza exterior en lugar de luchar contra ella, por eso de que si no puedes con tu enemigo, únete a él. Y gracias a estas reflexiones, no solo este otoño se me está pasando en un suspiro (que ya vamos por la mitad), sino que además estoy aprendiendo a amarlo.

Y esta es la reflexión de hoy.

Esta semana hemos subido un nuevo flower farm tour en el que os enseñamos la granja tal y como está a finales de Octubre. Casi 5 minutos de visita entre dalias y rosales.

Pero la gran novedad de estos días es sin duda el lanzamiento de la nueva colección de rosales y peonías en Preventa. Ha sido y está siendo una locura la cantidad de pedidos que nos estáis haciendo y no me extraña, porque la selección de rosales de este año es la más grande de nuestra historia y ya sabéis que para que un rosal entre en nuestra tienda tiene que ser realmente especial. Todos ellos tienen forma de rosa inglesa (aunque también los hay franceses y alemanes) y la mayoría son altamente aromáticos. 

Como hay tantas variedades y algunos valen para sol, otros para sombra, otros para maceta y otros para jardín, te hemos dejado este Post resumen y esta chuleta para que encuentres el rosal que mejor se adapta a tu casa. 

Mis favoritos, que siempre me preguntáis, son los siguientes, y lo puedo afirmar porque los tengo en casa o en la granja:

El Pierre de Ronsard lo tenemos en el jardín de casa y en la granja, y todas las primaveras nos deja con la boca abierta, con sus abundantes racimos rosas. Su color va del blanco al rosa, formando unos degradados vintage espectaculares.

El Lady Emma Hamilton lo plantó mi suegro en una jardinera en el huerto porque le hacía gracia que se llamara como su nieta. Este año nos ha sorprendido con una maravillosa y abundante colección de rosas y estoy enamorada de su olor.

Las rosas del Line Renaud cuando están cerradas son fucsia pero al abrir se van volviendo más pálidas. Tienen tallos larguísimos, para usar en ramos y jarrones. Suelo cortar estas rosas para perfumar mi casa porque su aroma es tan intenso que llena todas las estancias en las que las tengas.

Aunque esta foto no le hace justicia, lo mejor del rosal Boscobel es el color rosa coral, diferente a todos los rosales que había visto hasta ahora. Y como todos los David Austin, su aroma es realmente especial.

El Royal Jubilee es un rosal sorprendente sorprendente porque la forma de bola de sus rosas hace que parezcan peonías. Forma parte de la nueva generación de rosales híbridos que viene pisando fuerte y a mí me encanta. Este mix entre rosas y peonías, y encima super aromático créeme que es el futuro.

Y aquí terminamos la sexta reflexión de otoño.

Gracias por leerme y acompañarme de nuevo esta noche de domingo.

Te deseo una feliz semana y nos vemos el próximo domingo.

Un abrazo,
 

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